martes, 27 de diciembre de 2011

Campaña de Vacunación


Buscando como realizar un regalo personal de Navidad a cada uno de ustedes,  les quiero regalar una anecdota de mi vida, aun sabiendo que pudiera estar fuera de lugar en este blog dedicado exclusivamente al ajedrez, sin embargo comparto esto con todos ustedes, a quienes considero como verdaderos amigos ya que dia a dia nos vemos de manera virtual es este blog.


Tranquilo, no duele, no llores. Por mas que le decía a mi hijo no paraba de llorar, y no era para menos, ya que estábamos en vísperas que le pusieran una vacuna, de no recuerdo que, en la clínica del seguro social.
Ojala hubiera heredado la valentía, el mínimo temor a las inyecciones y el umbral tan alejado del dolor que tantas veces he presumido…….. De su madre, por supuesto. Pero no, tenia que haber heredado la cobardía a las vacunas de su padre, porque desde niño, siempre tuve un temor infundado hacia las vacunas, al límite de esconderme en el baño de la escuela cuando en algunas ocasiones realizaban las campañas de vacunación.
La enfermera, mujer un poco gordita, pero con cara de pocos amigos, nos observaba en mi intento por tratar de callar los gritos de mi hijo, que pensaba, creo yo, que gritando con todas sus fuerzas lograría que nos fuéramos de ahí y poder conservar su nalga intacta de la crueldad de las vacunas.
Sin embargo, parecía que entre mas le decía a mi hijo, no hacia más que acrecentar los decibeles de sus gritos que ya estaban al punto de sacar de quicio a cualquiera, incluso a la enfermera “cara de pocos amigos” que debería estar acostumbrada a este tipo de situaciones.
Haber, déjeme intentarlo a mí, me dijo mientras me empujaba hacia un lado. – Mira hijo, para que veas que no duele, primero le pondremos la vacuna a tu papi –
Acto seguido, como de milagro, el niño dejo de llorar.
Vaya que tiene experiencia, me dije, al ver como regresaba a sus labores de preparar la vacuna mientras que yo, volvía a agarrarle la mano a mi hijo quien ya solo hacia pequeños pucheros y con la otra manita se limpiaba las lagrimitas que le quedaban arriba de sus pómulos.
Cuantas veces no habrá dicho lo mismo a otros niños en la misma situación, a mi no se me habría ocurrido, de hecho se ve con esto que la enfermera tiene la experiencia adecuada para estar en este departamento de vacunas, se las sabe de todas, todas, pensaba mientras de reojo observaba que ella continuaba con la preparación de la vacuna.
Seguramente ahorita haremos el simulacro de que me pone la vacuna y con su dedo me pinchara la nalga mientras que mi hijo observara y al ver que mi semblante no cambia estará dispuesto a ponerse la vacuna sin llorar –pensaba, mientras que mi niño finalmente dejo de hacer pucheros y observaba a la enfermera terminar de preparar lo adecuado, inclinando su cabecita y con mirada aun desconfiada sobre lo que le acababa de decir la enfermera.
Así de pie o prefiere acostarse? Me preguntó la enfermera aun sin voltearse, en un tono que ahora recuerdo como picaresco y un poco sarcástico.
Así de pie – conteste, pensando que de esta manera mi hijo podría ver mis gestos y al pincharme la enfermera con el dedo, mi hijo no tendría oportunidad de ver el simulacro y creería que verdaderamente me puso la vacuna.
Bájese un poco el pantalón – dijo nuevamente la enfermera, esta vez en tono mas bien risueño, como sabiendo lo que vendría a continuación
Sin saber lo que vendría, accedí inmediatamente y prepare una comunicación no verbal similar a la que ponemos cuando decimos a alguien – ya vez, Te lo dije
Mi hijo observaba sin parpadear como queriendo no perderse detalles de mis gestos, como si de esta manera el pudiera descifrar si efectivamente dolería o no la vacuna que vendría a continuación
La enfermera se volteo mientras que yo ya estaba preparado con el pantalón debajo de las nalgas sosteniéndolo con mi mano izquierda mientras que con la derecha agarraba la mano de mi hijo quien ni siquiera quería parpadear observando, creo yo, hasta el mínimo detalle de mis gestos cuando se realizara tan cruel acción.
Listo? – pregunto la enfermera. Claro, adelante – le conteste con una sonrisa en mi boca para que mi hijo incluso pensara que este suceso no tendría que ser traumático, si no al contrario una buena anécdota de vida (y vaya que lo fue).
Acto seguido, y tratando de recrear la situación, hoy después de tantos años de esta anécdota me imagino que la enfermera alejo su brazo lo mas que pudo, como cuando lanzamos un dardo y con todas sus fuerzas me puso la inyección e impulso el liquido tan rápido como pudo. Por otro lado, el semblante de mi cara fue cambiando como en cámara lenta, de estar sonriente, a una cara de confusión, hasta llegar a una cara de angustia y dolor en solo unas milésimas de segundo que para mí fue eterno. Sin embargo tenia que mostrar fortaleza, ya que estaba frente a mi hijo, quien esperaba comprobar lo que anteriormente había dicho la enfermera.
Recuerdo que solo una pequeña lagrima asomo de mi ojo derecho pero sin que mi hijo pudiera darse cuenta la limpie luego que subí mis pantalones.
Ahora vas tu canijo, ni creas que te vas a escapar – dije en mi interior agarrando a mi hijo y preparándolo para su turno. Al tiempo que volteaba para casi mentarle la madre a la enfermera quien tenía una risita en su rostro que todavía hoy después de muchos años no olvido.
Después de que le pusieran la vacuna a mi hijo, quien lloro solo un minuto a lo mucho y se conformo después que la enfermera le regalo una paleta, ella me dio la indicación de preparar algún medicamento por si le daba temperatura al niño por la noche. Lo apunto en una receta y me acompañó a la salida del consultorio.
Recuerdo que esa noche a quien le dio temperatura fue a mi, no se si por la vacuna o por el coraje del abuso de la enfermera.

8 comentarios:

  1. ja, ja, muy bueno mi estimado amigo...gracias por compartir esta anécdota con nosotros, al igual que su tiempo dedicado al blog. Felices fiestas.

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  2. jajaja se pasó la enfermera.

    Felices fiestas!

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  3. jajajajjijijijijajajajjaja

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  4. Por favor dígame el nombre de la enfermera para que mi esposa lleve a vacunar a mi hijo, porque yo ¡ni de vainas!
    ¡FELIZ AÑO NUEVO!

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  5. jajajjajja que buenaaa nunca he visto ni me han contado de una enfermera tan confiada jaja!
    Un amigo era así, que cuando venía la enfermera el se escondía en el baño, y cuando lo sacaban se quedaba llorando como 3 días jajaja

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  6. Ante todo, gracias por dedicar tu tiempo a otras personas que no conoces. La anécdota que cuentas, que no dudo que es real, es una enseñanza para todo ajedrecista es decir no se debe ser nunca confiado, por otra parte no hay que ser tan duro al juzgar a la enfermera porque quién no ha deseado pegar un cachete al padre de un niño, que en alguna circunstancia no ha sabido comportarse,por ejemplo fiestas familiares, etc etc.

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  7. Estoy de acuerdo contigo. No hay que ser tan duro con la enfermera, la anecdota la trate de narrar lo mas cercano con el sentir de ese momento y varias ocasiones, esta como otras anecdotas, las he platicado con mis amigos en alguna reunion familiar, como quien cuenta una anecdota divertida.
    Saludos y Feliz Año Nuevo

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  8. Gracias, pase un momento exelente momento con tu desafortunado suceso. Estuvo de lo mejor.

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